En la edición de 1924 la Unión Sportiva, como campeón de Menorca, jugó la final balear contra el Alfonso XIII de Palma, que se impuso por 4-1 y 1-1. En 1926 los unionistas se cobraron la revancha y ganaron el título frente a los mallorquines. Los cuartos de final eran ya una barrera maldita que se negaba a ceder ante los españoles. Pero quizás absolutamente nada hubiera sido posible si una simple moneda hubiera caído del lado de la cruz y no del de la cara.