Los Socceroos dominaron gran parte del partido (gracias también a la expulsión severa de Marco Materazzi), pero no pudieron anotar un gol gracias a la férrea defensa itálica y a la buena actuación del portero Gianluigi Buffon. La malinterpretación de las acciones de los nativos por parte de los británicos fue inmediata y la tensión fue en aumento. Siguiendo sus costumbres, querían intercambiar sus armas por las de los visitantes extranjeros intentando arrebatárselas directamente de las manos.
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